Con toda las ganas de trabajar (que no siempre fuimos así),
con todo el recurso humano existente,
con la tierra esta bendita que nos tocó,
con las estructuras que supimos conseguir y mantener,
con las ganas de los que quieren y con la voluntad de los que pueden,
con nuestro rol de liderazgo suramericano,
con tanto, tanto y tanto más,
pero con nuestro presente...
¿Cómo no vamos a estar enojados por no estar felices?
No estamos tan alejados. Más bien, donde debemos estar.
Y la Historia detesta los destinos malogrados.
Hay común deseo: que viva la Patria.