jueves, 2 de julio de 2009

Espadas silentes

-Las naciones no son como las personas. No tienen caprichos ni celos. Su existencia es superior a éstas.
-Algunas naciones se sienten amenazadas y organizan sus defensas para responder, en la medida de sus posibilidades, una hipotética agresión.
-La fuerza y las armas, es decir el triunfo, descansan en contadas naciones, que no son aquellas.
-Cualquier tentiva por parte de las potencias menores contra las mayores tiene un resultado solo posible: la destrucción del más débil.
-Poner trabas a la organización bélica de los pequeños, a sabiendas de sus marcadísimos límites, irrita no ya a los pueblos, sino a las naciones mismas, que toman sus propias decisiones y se valen para ello de los hombres.
-La fuerza y las armas hoy equilibran el mundo.
-Ese equilibrio no se rompe cuando las naciones se desarrollan.